MADRINAS Y PADRINOS

¡Vuelven las visitas de madrinas y padrinos!

Fue más o menos por estas fechas. Aún recordamos con dolor (aunque nunca perdimos la esperanza), aquel día de 2020 en el que tuvimos que anunciar que cancelábamos la visita de madrinas y padrinos prevista para ese mes. Esa, y las siguientes, quedaron aplazadas “hasta que la situación vuelva a la normalidad”.

Llevábamos unos días encerrados en casa, tratando de convencernos de que aquello iba a durar dos semanas. Pero en el fondo sabíamos que no sería tan fácil y rápido. Y aquí estamos. Han pasado dos años y al fin podemos decirlo: ya hemos acogido la primera visita de madrinas y padrinos.

En Oliete no ha dejado de llover desde hace unos veinte días. Pero, ¿qué es eso comparado con no poder viajar, con no poder salir apenas de casa? El agua no nos iba a frenar. A pesar de que la lluvia no ha cesado y de que se intensificó al llegar el fin de semana, las ganas eran tales después del parón que nos impuso la pandemia que la visita pudo salir adelante. Fuimos pocas personas, tuvimos algunas bajas de última hora, pero pudimos vivir un fin de semana en un ambiente muy familiar.

Hasta Oliete llegaron Javier, Chelo, David y Clara desde Madrid y Edu e Isabel desde Barcelona. Con ellos también vinieron dos perritas encantadoras. Después de que se ubicaran en los alojamientos que habían reservado en el pueblo, el viernes nos reunimos todos en el bar-restaurante Bareta, donde al fin pudimos conocernos, darles la bienvenida, cenar juntos y romper el hielo (lo cual no fue nada difícil) antes de la intensa jornada del sábado.

Madrinas y padrinos por el olivar, la almazara y el pueblo

Durante la mañana, la lluvia no nos dio ni una pequeña tregua. Pero eso no impidió que, tras disfrutar del desayuno que nos preparó Andrés en El rincón del olivo, nuestra tienda de degustación, fuésemos paseando hasta el olivar. Allí les contamos la historia de Apadrinaunolivo.org, su funcionamiento y cómo accedemos a los olivares abandonados, entre otras curiosidades.

Con Sira descubrieron que el olivo es un arbusto que se convierte en árbol cuando lo esculpe el hombre, que las hojas de los olivos, cuando estos están sanos, “platean”, y que a los pies de los olivos abandonados nacen los “chitos”, esas ramas que les dificultan la supervivencia con el paso del tiempo.

Casi por casualidad, Javier y Chelo dieron con su árbol, Bárbol, durante el paseo. Aunque esta pareja que forma parte de Vanwoow ya había estado en Oliete, Bárbol aún no tenía su nombre escrito. Javier se lo escribió con gran entusiasmo mientras Chelo revelaba su afición por El señor de los anillos.

Seguimos nuestro paseo hasta el poblado íbero El Palomar, donde pudieron ver cómo era ese pre-Oliete milenario, antes de que los romanos fundasen Olivetum, el origen del Oliete actual. Allí conocieron, con las explicaciones de Jaime, cómo vivían los íberos y pudieron imaginar cómo era la vida hace miles de años: el camino estaba salpicado de fósiles de cuando aquello era mar y de restos de cerámica que han perdurado durante más de 2.500 años, después de que se le cayera de las manos a algún vecino.

El poblado íbero es de gran peculiaridad, y es que en su haber se encuentran hasta 23 enterramientos infantiles bajo las que eran sus casas. Se trata de una rareza, teniendo en cuenta que los íberos incineraban a sus muertos y que solo se han hallado enterrados bajo sus casas niños y animales.

Después de este recorrido, en el que pudieron conocer tanto la historia del Oliete como el proyecto Apadrinaunolivo.org y su funcionamiento, Carlos, nuestro maestro de almazara, nos recibió para contar cómo es el proceso por el que consigue elaborar el mejor aceite del Bajo Aragón y les arrancó algunas risas con su explicación.

Además, Carlos ofreció una cata en la que el protagonista fue el aceite premiado acompañado del pan que elabora el panadero (que además es el alcalde) del pueblo. Carlos les regaló una pequeña botella de ese aceite que aún no ha salido de la almazara para que pudieran disfrutarlo durante la comida en el Bar Las Piscinas. Fue imposible dejar de mojar pan.

Por la tarde, Edu e Isabel pudieron conocer a su olivo Eduardito. A pesar de que se encontraba en un terreno arcilloso y casi intransitable, no quisieron quedarse sin esa visita tan especial. De nuevo juntos, disfrutamos de un paseo en el entorno del Embalse de Cueva Foradada. Las lluvias acumuladas durante los días previos nos impidieron llegar a la Sima de San Pedro, como habíamos previsto, pero encontramos rápidamente en la tienda gourmet un buen sustituto antes de nuestra última cena juntos en Bareta.

El domingo, las madrinas y padrinos que nos acompañaron disfrutaron del pueblo y de actividades que eligieron libremente. David y Clara pudieron conocer a Jea, su olivo, bautizado en honor a su perra, que nos acompañó durante toda la visita. Además, buscaron un nuevo olivo o lo bautizaron como Lolo, en honor a un perro que ya no está entre ellos pero al que recuerdan con mucho cariño.

Por nuestra parte, nos quedamos con la gran satisfacción de haber podido acoger una nueva visita después de tanto tiempo y estamos deseando que llegue la siguiente. Será en abril, con motivo de la floración del olivar.

Si quieres vivir una experiencia única como la que acaban de vivir Chelo, Javier, David, Clara, Edu e Isabel, ya puedes inscribirte en las próximas visitas grupales que hemos organizado para este año. Puedes consultar las fechas y detalles en nuestra web miolivo.org.

¿Vienes? Te esperamos en Oliete.

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